No he escrito porque he comido y ahora increíblemente ya no tengo tanta lonja..ni la natación ni la corredera matutina lograron lo que estos dos meses de comer todo lo que se me antojó.
Yo creo que al final tu cuerpo agradece que lo hagas feliz comiendo los manjares que tanto le encantan y te lo paga bajando kilos..sí, en serio bajé kilos.
La verdad a mi cuerpo le cuesta mucho trabajo hacer ejercicio, no le gusta. Tengo la teoría de que ahora me quiso dar una señal como diciendo: Come y serás recompensada, el ejercicio sólo nos deja adoloridos.
Así que para explicarles mi itinerario cero deportivo pero sí bastante delicioso me basaré en lo que comí, por si alguien gusta seguir mi dieta y complacerse con los resultados.
Chiles en nogada:
Ya acabó la temporada de chiles en nogada. Este año rompí mi propio récord al comer la mayor cantidad de chiles hasta ahora: 10. El último me indigestó y tengo miedo de que les haya agarrado odio-miedo... porque casi siempre uno rehúye a comer algo que ya le hizo daño. Lo bueno es que falta un año para que estén disponibles otra vez y la verdad son tan mis favoritos de todo el mundo entero universal que sería muy difícil que pudiera llegar a rechazarlos.
Creo que mi amor hacia ellos aumentó gracias a que cada año mi familia y yo vamos al meritito pueblo donde los cosechan y entonces hacen una feria y todos los puestitos se jactan de llevar 500 mil años preparando chiles y entonces casi te quieres desmayar de lo ricos y baratos que son.
Cemitas:
Ya de paso por Puebla me comí una súper cemita a la que se le desparramaban todos los ingredientes. Yo creo que ha de ser pecado comerte algo de ese tamaño.
Conchas rosas:
Siempre he tenido una fijación por la comida rosa...y entonces en mi viaje de los chiles me encontré con que en todas las panaderías vendían conchas rosas...no sé si sean de fresa porque la concha café no sabe tanto a chocolate ni la amarilla a vainilla pero el chiste es que ésta me enamoró y entonces compré para llevar y para comer ahí y ahora me siento triste porque acá en mi pueblo no las hacen y ahora tendré que esperar un año para que sea la época de los chiles y entonces regresemos y pueda volver a probarlas y comerme otra cemitota (¡Es toda una cadena alimenticia!)
Tlayudas:
¡Ay las tlayudas! Sólo me comí dos pero la verdad la segunda estaba tan grande que era imposible acabársela sin tener que desabrochar el botón de mi pantalón. Fui a Oaxaca en mi tour de playas y aunque no llevaba tanto dinero porque era viaje "mochilero" siempre hay presupuesto para comer bien y las tlayudas fueron buenas, bonitas y baratas. Tan nobles ellas.
Pescado:
Al mojo, a la talla, a la diabla...con tortillitas hechas a mano, eran la opción de comida junto al mar para sentirse en ambiente.
Botanitas:
Yo no soy de echarle condimentos a mis papas ni a las palomitas, me gustan simples y crujientes, pero la vida me puso una salsa Búfalo de 9 pesos en el camino y me causó adicción. Cené papas picositas tirada en la playa contando estrellas fugaces.
No puedo olvidar mencionar a los platanitos fritos con lechera, galletas, helados y cocos.
Ahora mi vista está fija en comer tacos de canasta, veo bicis en todos lados y de hecho perseguí una para pedirle mi órden de 4 pero nada más no se me ha hecho. Así que para cooperar con mi nuevo estilo de vida saludable ya saben qué invitarme.
Comer sí que deja sus recompensas.