Lonjitas ¡Go away!

Una cosa es estar de vaca floja en la Provincia y otra muy diferente es ser una vaca víctima del sedentarismo citadino. Entre que la barra de postres de mi comedor laboral es irresistible y que paso 8 horas contínuas frente a la computadora, mi barriguita está empezando a resentir y mostrar las consecuencias...
Yo no quiero ser una vaca gorda, pero los gimnasios están muy caros y hacer ejercicio al aire libre es casi un suicidio. Ojalá el smog quemara calorías.
He estudiado el ejercicio obligatorio y sacrificios que puedo hacer en la Ciudad para intentar mantenerme en forma:
Subir escaleras en el metro...aunque existan eléctricas. Subir escaleras en el trabajo...Aunque exista elevador. Tomar mucha agua para tener que ir mil veces al baño que está en el 1er piso. Imprimir poco a poco para tener que caminar varias veces a la impresora. Correr para alcanzar el micro. Bajarme una estación antes y caminar a casa. Correr para alcanzar el bus. Perseguir jugando a mi perro rumi. Ir al súper y traer varios litros de leche. Llevar mucha ropa en mi maleta y cargarla en las escaleras del metro. Huir corriendo de los bandidos.
Extraño los días en mi Pueblo cuando el Dr. Pingüino y yo madrugábamos para ir a correr y respirábamos aire limpio, escuchábamos cantar a los pajaritos y descansábamos en el pasto con la brisita de una fresca mañana.