jueves, 13 de noviembre de 2008

Sólo vine por mi Código de Ética

Odio hacer trámites y llenar formatos y sentarme a esperar pero odio más ser tratada como una aspirante lamebotas con rasgos terroristas y psicópatas. En realidad el problema empieza desde que la gran mayoría de los ciudadanos y no se digan los pueblerinos sienten una profunda admiración por los “artistas” que salen en la tele.
Filmando en las calles siempre me topo con personas que me preguntan qué famoso está por ahí y realmente no sé de dónde sacan cámaras casi profesionales para tomarse fotos con su estrella favorita. Lo bueno es que en los comerciales rara vez sale alguien conocido así que la fanaticada se tranquiliza y muta a su forma expectadoracuriosaestorbadora que es relativamente más fácil de manejar.
Entonces este fenómeno de admiración irracional a todo lo que salga en la tele es la causa de que los empleaduchos de Recursos Humanos de Televisa se sientan semidioses todopoderosos porque en “sus manos” se encuentra la responsabilidad de reclutar personal para entrar a trabajar a la Fábrica de Sueños, así dicen ellos. Me imagino que en todo evento social familiar no pierden la oportunidad de llevar algún objeto serigrafiado con el logo amarillo y entonces su compadrito recuerda a su hija medio linda pero desempleada y le ruega por un favor --Ándele Mi Silver, meta a la Flor Guadalupe a la tele, seguro se verá retebonita.-- Y justo en ese momento se produce el fenómeno “Cadenero de antro” en el cual un tipo con nulo poder social obtiene el poder de discriminar y escoger y lo aprovecha por el deseo de los demás por ingresar al lugar del cual ha sido asignado como guardián.
Pero el punto aquí es que inevitablemente tengo que hacer trámites en Recursos Humanos para que me den una credencialita que evite que me tomen foto cada que vengo y principalmente para que en su sistema aparezca mi número de cuenta bancaria y puedan realizar sin problema lo que se dice el pago por mi trabajo. Y entonces yo no me muero de ganas de que el monito de RH me volteé a ver porque ya estoy dentro, ellos me llamaron y yo sólo vengo a firmar para que me paguen. Pero es inevitable, el desagradable monito reclutador te hará sufrir, oh sí, eso se los aseguro. Y la tortura comienza con una revisión minuciosa letra por letra de cada documento, de comparación de fechas y fotos, de llamadas para referencias y firmaquífirmallás. Después de una hora y media llenando CURPs, RFCs y datos generales ya esperaba que me llamaran para mi examen ginecológico de rutina pero no, creo eso ya no se puede hacer, pero pues un examen siempre es necesario así que me metí a un cuartito en donde examinaron mi cerebro para determinar qué tan listilla soy y para saber si yo no tengo intenciones de asesinar al Ernesto Laguardia. Al final de regalito me dieron mi código de ética, qué lindos. ¡La desagradable espera había valido la pena!

Me aguanto porque el proyecto está bien padre, no me juzguen, no haré telenovelas ni programas de concursos, lo prometo.

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