Esta etapa ha llegado tan lejos que también en la cama de la casa citadina he tenido que hacerlo (tomando antes un traguito de Passiflorine para los dulces sueños). Tengo pesadillas sobre ir en un avión y no poder saltar aunque mi vida dependa de ello, pero el sueño más frecuente es la sensación de caída libre que no me deja descansar. No sé porqué últimamente sólo pienso en brincos, aviones y caídas horripilantes...¡Ja!
Por eso haberme metido a un temazcal para sudar el miedo ha resultado de lo más reconfortante. Nadé en la alberca más bonita del mundo y estuve sola, flotando y disfrutando del canto de los pájaros, del olor a flores y del cielo más azul que he visto durante horas. Estoy enamorada de este lugar...Amo que el Sol se haya metido a nadar conmigo.
Estar de consentida es el mejor inicio de esta temporada cumpleañera
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